13 May ESTAT D’ALARMA
ESTAT D’ALARMA
Viure amb prudència i responsabilitat
El proppassat dissabte va acabar l’estat d’alarma. Ja vam poder sortir per la nit, sopar fora, anar de copes i la gent ho va aprofitar… i tant que ho va fer! Les aglomeracions varen ser importants. Els “botellons” al carrer, tot i estar prohibits, varen ser freqüents. La Guàrdia Urbana va fer hores extres. En general, hi havia la sensació d’estar celebrant el cap d’any o Sant Joan. Alguns deien que necessitaven fer-ho després de tant de temps de no poder sortir de nit. Es sentien lliures! A què em sona això? Vincular la llibertat a poder sortir de copes… No tindrà alguna cosa a veure amb l’eslògan principal de la candidata a unes eleccions celebrades fa poc a Madrid, oi?
Bromes a part, és una mica alarmant que la gent surti així, en tromba, en el moment en el que estem. El coordinador general de Salud, Josep Maria Argimon, un home assenyat i que parla clar, ja ha posat el crit al cel: “el virus encara circula!” Certament estem millor que abans. La vacunació va bé. Alguns ja es preparen per acollir el turisme que ve. Tanmateix, hem de continuar prenent mesures. Encara estem lluny de la immunitat de grup…
Jesús, a l’evangeli, també fa crides a la prudència i a ser realistes. “Perquè us preocupeu tant pel que menjareu i vestireu? Mireu els lliris del camp. No treballen ni filen però Déu els alimenta. No valeu més vosaltres?” i també ens diu: “no patiu tant pel demà. Cada dia ja té prous maldecaps…”
Viure bé cada dia, amb realisme i responsabilitat. Un missatge de més actualitat del que sembla.
Xavier Moretó, rector.
Guillermo Lázaro Gay
Publicat 17:16h, 13 mayoLo de la libertad es un concepto curioso. Creo que libertad va unido a norma, de forma que si no hubiera normas no habría tampoco libertad, o sensación de ella. En un mundo sin normas, todo estaría permitido y la libertad perdería su gracia, me parece, porque es precisamente hacer lo que no debemos, lo que, al parecer, nos hace sentirnos libres. Caminar por las calles lo hacemos cada día sin sentir nada especial. Bastó establecer una franja horaria, sólo para viejos, para que sintiéramos que se nos coartaba nuestro derecho al paseo. Por lo que yo vi, no se hizo mucho caso, ¡Sólo faltaría ¡Fue, sin duda, una ocasión estupenda para sentirnos todos un poco más libres con poco riesgo, saliendo a la calle a esa hora que, precisamente, además se convirtió en apetecible!
Las prohibiciones, bien dosificadas, contribuyen, seguramente, a aumentar la felicidad de los ciudadanos, sobre todo si no se pone mucho empeño en hacerlas cumplir. Podemos sentirnos transgresores, sin necesidad de ser especialmente arrojados, ni valientes. Probablemente las fiestas y los botellones clandestinos, tienen un nuevo encanto. Lo malo es cuando las penas son altas. Es lo que pasaba con los Mandamientos, por eso suenan antipáticos…incluso a los que no creen en el pecado. Naturalmente aquí la transgresión se pagaría muy cara y por eso los transgresores podían sentirse libres del todo, semejantes a dioses, eso había prometido, al menos, la serpiente a nuestros padres en la fábula.
Para nosotros los cristianos, la transgresión de las normas que nos definen, y que como sabemos, se reducen a amar a Dios sobre todas las cosas, y a todos los hombres como a nosotros mismos, adquiere un nuevo matiz. Ya no es importante la transgresión, no nos hace sentirnos más libres, sino al contrario. Para nosotros significa la ruptura de un compromiso voluntariamente adquirido, no hemos sido capaces de mantener nuestro propósito, hemos perdido la libertad de ser lo que quisimos ser: seguidores de Cristo. Nos han esclavizado nuestros viejos enemigos, el mundo, el demonio o la carne. ¡Que el Señor nos libere!
G.L.